Querer no es hacer grandes declaraciones; es decir o hacer cosas sencillas y sin especial motivo…
Por ejemplo:
¿Quieres un café?
¿Estás cansado?
¿Puedo hacer algo por ti?
Una llamada telefónica, una carta, una pequeña sorpresa, una cariñosa invitación, un paseo juntos.
Es hacer cosas por el otro, sin razón, sin cálculo.
Es aceptar al otro como es; es escucharlo con afecto, es no presionarlo.
Es mirar al otro con los ojos del corazón, con los ojos del alma.
La palabra puede engañar, pero la mirada nunca miente. Es, simplemente, estar ahí, no solo con el cuerpo, sino con el alma.
Es decir: « Te quiero ».
¿Por qué esperar a que una persona muera para decir que se la quería?
Es no juzgar, no criticar, no condenar.
Es ser capaz de decir:
«Si hubiese estado en tu lugar, no lo habría hecho mejor»
Es poder decir sin envidia:
«Es estupendo lo que has hecho».
Es tan sencillo como eso; no es nada complicado.
Pero si no sentimos amor, nos falta todo en la vida.
Cuando uno tiene el privilegio de querer y de ser querido, la vida es extraordinaria.
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